Se me vino a la memoria el nombre de un libro: «Campos de Níjar» de Juan Goytisolo, metáfora de un paisaje interior, de una región costera que asociamos siempre con el mar y el «veraneo». La imagen icónica del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar no dice nada de campos de cebada, de rebaños de cabras y cortijos de labranza, pero «haberlos haylos». Y sorprende, la verdad, y te transporta a otras tierras, más propias del interior de nuestro país, si no fuese por su orografía ininterrumpida de colinas y montes, de oscuras rocas volcánicas y sobre todo del intenso azul del mar en la mañana.
Hoy haremos una ruta interior por una antigua vereda que llevaba desde el Cortijo de Mónsul al Cortijo del Romeral, un sendero olvidado más propio de otros tiempos, y que sin embargo perdura como los caminos de la memoria.